Además de informarte, queremos ofrecerte una herramienta que te ayude a proteger tu salud. Veamos. Hay tres frases que ilustran adecuadamente la relación entre química y salud en la sociedad actual:Las sustancias químicas son una bendición y una maldición. (Margot Wallstrom, ex Vicepresidenta de la Comisión Europea y una de las artífices del Reglamento REACH).Las sustancias químicas “eternas” aumentan el riesgo de diabetes, cáncer y enfermedades cardiovasculares en los niños (Brenda Baletti, Children`s Health Defense).

Parimos y meamos plástico (Nicolás Olea,catedrático de Radiología y Medicina Física de Granada y referente mundial en alteradores endocrinos). El riesgo de las moléculas sintéticas que circulan por el mundo para, pretendidamente, hacernos la vida más fácil (alimentación, agricultura, textil, hogar, etc.) es inmenso. Hay 123 millones de sustancias registradas y cada día se registran 12.000 nuevas. Algunas de ellas terminan en nuestro organismo por algunas de las tres vías de entrada al mismo: alimentación, inhalación y contacto. Y algunas de esas sustancias (denominadas bioacumulables) se quedan para siempre en nuestro organismo y, junto a otras muchas, son inductoras de numerosas patologías: cánceres, alergias, mutaciones genéticas, alteradores del sistema hormonal, neurotóxicas, tóxicas para la reproducción, etc…

La propia ECHA (Agencia Europea para las Sustancias Químicas), encargada de poner un poco de orden en el descontrol del riesgo, lo dice, en su página oficial, aunque con la boca pequeña: algunas sustancias químicas pueden ser motivo de inquietud en lo que se refiere a la salud. Esto depende de su toxicidad y de sus niveles en nuestro organismo. Los científicos aconsejan unos niveles seguros respecto a su presencia en los alimentos. Esta advertencia vale tanto para lo que comemos como para el almacenaje, envoltura y utillaje con el que cocinamos, tal y como advierte el mismo organismo “entre los materiales en contacto con alimentos figuran, por ejemplo, los envases y recipientes, los aparatos de cocina, los cubiertos y los platos. Pueden estar fabricados de diversos materiales, como plásticos, caucho, papel y metal. Dado que las sustancias químicas pueden transferirse de los materiales a los alimentos, debe evaluarse la seguridad de los materiales en contacto con estos. Los materiales deben fabricarse para que cualquier posible transferencia a los alimentos no suponga un motivo de preocupación en materia de seguridad.

Es tal el desaguisado existente en exposición al riesgo químico que la propia ECHA ha tenido que financiar la aplicación ‘Scan4Chem’ para que los consumidores puedan identificar en los productos que compren (alimentos, textiles, juguetes, perfumes, cremas, etc…) las 224 sustancias tóxicas que se consideran oficialmente altamente preocupantes.

La aplicación es gratuita, fácilmente descargable y permite acceder a esa información escaneando el código de barras de los productos, en el caso de que las empresas hayan entregado esa información a la base de datos. En caso contrario la app facilita que el consumidor pueda enviar una petición exigiendo esa información. Aquí te dejamos el enlace que te permitirá evitar meter en tu cesta de la compra alguna sustancia “altamente preocupante”:

https://play.google.com/store/apps/details?id=de.uba.scan4chem&gl=US

La pregunta que las autoridades comunitarias debería formularse es : ¿como es posible que puedan circular libremente 224 sustancias químicas altamente preocupantes y que los consumidores tengan que ir provistos de una App para intentar evitarlas? Esta es una pregunta a la que intentaremos dar respuesta en un próximo post, pero mientras tanto, te invitamos a utilizar Scan4Chem, fieles a nuestra convicción de que SI LA INFORMACIÓN ES PODER, LA ECOLOGÍA ES VIDA.